(c) El problema de las pensiones agrarias III
El problema de maximización del pequeño agricultor que llega a la edad de jubilación es el siguiente, donde P es la pensión
Max ULP(x, y) s.a.
pxx+pyy= [w/(1+i) n]+P
Las cantidades de salario w, están modificadas con el valor actualizado al contemplar la actividad un tipo de interés i. La recta restricción presupuestaria se situará más arriba y el pequeño agricultor maximizará la utilidad a largo plazo en un punto de mayor cantidad de consumo de los bienes x e y.
En entradas anteriores escribía que la actividad agrícola y ganadera observa unos tipos de interés altos lo que supone que el mercado de bienes define una pensión holgada. Si este mercado estuviera en equilibrio con el mercado monetario lo cual no se produce en la actualidad, obtendríamos una pensión suficiente y de equilibrio en dos de los tres mercados. Sin embargo, los dos mercados anteriores no generan una pensión ya que ésta solamente nace del mercado de trabajo que contempla, el progreso técnico, la cantidad de capital, el salario relacionada con la oferta y la respuesta de la oferta a variaciones del salario.
Este hecho se produce en el sector primario y solamente en ciertos casos, realmente interesantes ya que los agentes económicos no pueden trasladar los gastos diarios a las generaciones futuras, al tratarse de personas solteras sin descendencia. En el sector secundario y el sector terciario, los tipos de interés disminuyen, tanto en el mercado de bienes como en el mercado monetario. Sin embargo, los tipos de interés aumentan en el mercado de trabajo. Cierta e históricamente el mercado de trabajo, nace del librecambio, del capitalismo comercial y posteriormente industrial.
El obrero que permanece soltero no desarrolla ninguna actividad después de su jubilación aunque la pensión adolezca de los mismos defectos que la pensión del pequeño agricultor o ganadero, que no son otros que la indeterminación de la cantidad de equilibrio, ya que éste no se produce. El obrero, teóricamente seguirá cobrando pensión a pesar de que ésta pueda ser modesta. El salario mínimo del obrero posiblemente tiene alguna relación con el salario de subsistencia del pequeño agricultor. La diferencia estriba en que los tipos de interés en el mercado de trabajo difieren.
Casi siempre en ámbitos industriales existen escuelas técnicas o talleres de aprendizaje de oficios. Pocas veces se pueden encontrar escuelas técnicas o talleres de aprendizaje en ámbitos rurales enfocados a las explotaciones agrícolas. Un obrero actual tiene más conocimientos técnicos que un obrero de hace cien o doscientos años. Sin embargo, un pequeño agricultor posiblemente tenga los mismos conocimientos técnicos que hace cien años.
Doy por finalizada esta entrada. 30/08/2018
jueves, 30 de agosto de 2018
miércoles, 29 de agosto de 2018
(c) El problema de las pensiones agrarias II
Otra cuestión relacionada con la entrada anterior, es el hecho de saber si una economía de subsistencia puede generar el excedente necesario para crear una pensión. Dentro de una economía de competencia perfecta, el salario o cantidad retribuida al empresario agrícola para su actividad tiene que diferenciarse de las cotizaciones a la seguridad social ya que contablemente estas cotizaciones se consideran un gasto. Sin embargo, el concepto economía de subsistencia no está claro y actualmente la pensión generada podría ser también de subsistencia.
En la entrada anterior determinaba que la pensión de un colectivo bastante amplio de agricultores, desde luego, no mayoritario, era insuficiente para mantener un nivel de utilidad estable a largo plazo, considerando el largo plazo, desde el momento de jubilación hasta la defunción. La pensión, en cualquier caso, es establecida por el mercado de trabajo y las razones de esta insuficiencia tiene que encontrarse en este mercado. Las personas que trabajan en el sector agrario lo hacen normalmente con una baja cualificación y con escasa utilización del progreso técnico. Nos encontramos ante actividades muy cercanas a aquellas llamadas ecológicas. Estas personas, en una gran mayoría, solamente tienen estudios básicos por lo que el tipo de interés en el mercado de trabajo no puede ser muy alto.
Sin embargo, la pensión que determina el mercado de bienes y el mercado monetario, es suficientemente alta como para que la pensión monetaria, la cantidad que reciben al jubilarse alcance una cifra modesta pero suficiente para realizar pagos básicos. Lamentablemente el mercado de trabajo determina una pensión menor y estas personas tienen que continuar, en parte, con su actividad agraria, en algunos casos hasta edades avanzadas. Otra causa de una baja pensión real no monetaria es el hecho de que la oferta laboral, cuando aumenta el salario, no aumenta, lo que significa una pendiente muy rígida.
El campo atrae cada vez a menos personas y esto supone su mecanización y la concentración con aumento de la dimensión de las explotaciones. El pequeño agricultor ganadero no puede competir con las grandes explotaciones agrícolas y su lugar está siendo ocupado por agricultores con mayor número de cabezas de ganado y mayor superficie de tierras. El minifundio sigue existiendo pero las pequeñas tierras se arriendan, normalmente a unos pocos agricultores o ganaderos.
Estos casos, suponen, también que las pensiones de otros colectivos relacionados con otros sectores no básicos o primarios, pasan a depender de las generaciones futuras, por encima de lo deseable, lo cual representa una situación injusta causada por la mayor longevidad de las personas y una incapacidad de analizar y reformar el sistema de pensiones.
Doy por finalizada esta entrada. 29/08/2018
Otra cuestión relacionada con la entrada anterior, es el hecho de saber si una economía de subsistencia puede generar el excedente necesario para crear una pensión. Dentro de una economía de competencia perfecta, el salario o cantidad retribuida al empresario agrícola para su actividad tiene que diferenciarse de las cotizaciones a la seguridad social ya que contablemente estas cotizaciones se consideran un gasto. Sin embargo, el concepto economía de subsistencia no está claro y actualmente la pensión generada podría ser también de subsistencia.
En la entrada anterior determinaba que la pensión de un colectivo bastante amplio de agricultores, desde luego, no mayoritario, era insuficiente para mantener un nivel de utilidad estable a largo plazo, considerando el largo plazo, desde el momento de jubilación hasta la defunción. La pensión, en cualquier caso, es establecida por el mercado de trabajo y las razones de esta insuficiencia tiene que encontrarse en este mercado. Las personas que trabajan en el sector agrario lo hacen normalmente con una baja cualificación y con escasa utilización del progreso técnico. Nos encontramos ante actividades muy cercanas a aquellas llamadas ecológicas. Estas personas, en una gran mayoría, solamente tienen estudios básicos por lo que el tipo de interés en el mercado de trabajo no puede ser muy alto.
Sin embargo, la pensión que determina el mercado de bienes y el mercado monetario, es suficientemente alta como para que la pensión monetaria, la cantidad que reciben al jubilarse alcance una cifra modesta pero suficiente para realizar pagos básicos. Lamentablemente el mercado de trabajo determina una pensión menor y estas personas tienen que continuar, en parte, con su actividad agraria, en algunos casos hasta edades avanzadas. Otra causa de una baja pensión real no monetaria es el hecho de que la oferta laboral, cuando aumenta el salario, no aumenta, lo que significa una pendiente muy rígida.
El campo atrae cada vez a menos personas y esto supone su mecanización y la concentración con aumento de la dimensión de las explotaciones. El pequeño agricultor ganadero no puede competir con las grandes explotaciones agrícolas y su lugar está siendo ocupado por agricultores con mayor número de cabezas de ganado y mayor superficie de tierras. El minifundio sigue existiendo pero las pequeñas tierras se arriendan, normalmente a unos pocos agricultores o ganaderos.
Estos casos, suponen, también que las pensiones de otros colectivos relacionados con otros sectores no básicos o primarios, pasan a depender de las generaciones futuras, por encima de lo deseable, lo cual representa una situación injusta causada por la mayor longevidad de las personas y una incapacidad de analizar y reformar el sistema de pensiones.
Doy por finalizada esta entrada. 29/08/2018
martes, 28 de agosto de 2018
(c) El problema de las pensiones agrarias I
Uno de los casos más frecuentes que podemos encontrar en el mundo rural, es la pensión junto con la continuación de la explotación agrícola en cierto grado. Desde hace muchos años, prácticamente desde los años 70, el pequeño agricultor cuando llega su edad de jubilación continúa con ciertas cabezas de ganado y superficie cultivada. Evidentemente la causa de una conducta así, es económica, pero difícil de explicar desde una perspectiva microeconómica. La pensión que recibe el agricultor es suficiente teóricamente para realizar pagos básicos como luz, agua, calefacción, alimentación y vestido. Sin embargo, un número indeterminado de estos empresarios agrícolas no cesan completamente su actividad. Podríamos preguntarnos por qué, sin entrar en acusaciones fáciles y falsas. Por un lado, el agricultor ganadero maximiza su utilidad, pero posiblemente no maximiza su utilidad a corto plazo, en este caso cuatro o cinco años, sino que maximiza su utilidad a largo plazo, ya que la mayoría tiene una esperanza de vida mayor de la que establece la estadística gubernamental.
Los altos tipos de interés a largo plazo de la actividad agrícola están directamente relacionados con esta actitud. A simple vista, el agricultor ganadero, ya jubilado que continúa su actividad, maximiza ingresos ya que la explotación agrícola se encuentra en un marco de competencia perfecta donde el tipo de beneficio es nulo. El agricultor obtiene una renta o salario de su explotación que suma a la cantidad que le otorga el gobierno después de cotizar un número de años.
En este caso, tampoco realiza una maximización de ingresos a corto plazo sino que al continuar con su explotación agrícola ganadera de menor dimensión, maximiza los ingresos a largo plazo. Todo esto significa que la pensión gubernamental tiene un principio y un final en el tiempo, ya que de no ser así, estas personas abandonarían completamente su actividad económica. Ciertamente se podría razonar que la utilidad del agricultor ganadero valora positivamente la cantidad de horas de trabajo y valora muy poco las horas de ocio. Este razonamiento que podría ser jocoso, es, en algunos casos cierto, pero que no representa al sector o al grupo de individuos referido.
Otro razonamiento que cae en la esfera de la sociología económica es el hecho de que un individuo que cesa su actividad económica y traspasa su actividad, modifica, en cierta medida, los intereses de sus proveedores y clientes, que no estarían dispuestos a perder parte de sus ingresos. Sin embargo este razonamiento no es válido o al menos no tiene el peso suficiente para que dichas personas no cesen su actividad. Otro razonamiento, es el cese paulatino y progresivo de la actividad, lo cual también parece ser falso ya que podemos encontrar empresarios agrícolas activos de bastante edad. Este problema no aparece cuando los empresarios agrícolas tienen numerosa descendencia ya que el valor de la pensión agrícola es asumida directa o indirectamente por hijos y nietos, y el pequeño empresario acaba abandonando su actividad agrícola y ganadera.
Doy por finalizada esta entrada. 27/08/2018
Uno de los casos más frecuentes que podemos encontrar en el mundo rural, es la pensión junto con la continuación de la explotación agrícola en cierto grado. Desde hace muchos años, prácticamente desde los años 70, el pequeño agricultor cuando llega su edad de jubilación continúa con ciertas cabezas de ganado y superficie cultivada. Evidentemente la causa de una conducta así, es económica, pero difícil de explicar desde una perspectiva microeconómica. La pensión que recibe el agricultor es suficiente teóricamente para realizar pagos básicos como luz, agua, calefacción, alimentación y vestido. Sin embargo, un número indeterminado de estos empresarios agrícolas no cesan completamente su actividad. Podríamos preguntarnos por qué, sin entrar en acusaciones fáciles y falsas. Por un lado, el agricultor ganadero maximiza su utilidad, pero posiblemente no maximiza su utilidad a corto plazo, en este caso cuatro o cinco años, sino que maximiza su utilidad a largo plazo, ya que la mayoría tiene una esperanza de vida mayor de la que establece la estadística gubernamental.
Los altos tipos de interés a largo plazo de la actividad agrícola están directamente relacionados con esta actitud. A simple vista, el agricultor ganadero, ya jubilado que continúa su actividad, maximiza ingresos ya que la explotación agrícola se encuentra en un marco de competencia perfecta donde el tipo de beneficio es nulo. El agricultor obtiene una renta o salario de su explotación que suma a la cantidad que le otorga el gobierno después de cotizar un número de años.
En este caso, tampoco realiza una maximización de ingresos a corto plazo sino que al continuar con su explotación agrícola ganadera de menor dimensión, maximiza los ingresos a largo plazo. Todo esto significa que la pensión gubernamental tiene un principio y un final en el tiempo, ya que de no ser así, estas personas abandonarían completamente su actividad económica. Ciertamente se podría razonar que la utilidad del agricultor ganadero valora positivamente la cantidad de horas de trabajo y valora muy poco las horas de ocio. Este razonamiento que podría ser jocoso, es, en algunos casos cierto, pero que no representa al sector o al grupo de individuos referido.
Otro razonamiento que cae en la esfera de la sociología económica es el hecho de que un individuo que cesa su actividad económica y traspasa su actividad, modifica, en cierta medida, los intereses de sus proveedores y clientes, que no estarían dispuestos a perder parte de sus ingresos. Sin embargo este razonamiento no es válido o al menos no tiene el peso suficiente para que dichas personas no cesen su actividad. Otro razonamiento, es el cese paulatino y progresivo de la actividad, lo cual también parece ser falso ya que podemos encontrar empresarios agrícolas activos de bastante edad. Este problema no aparece cuando los empresarios agrícolas tienen numerosa descendencia ya que el valor de la pensión agrícola es asumida directa o indirectamente por hijos y nietos, y el pequeño empresario acaba abandonando su actividad agrícola y ganadera.
Doy por finalizada esta entrada. 27/08/2018
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