miércoles, 22 de febrero de 2017

(c) El problema de la monarquía XII
Una de las características anacrónicas de la monarquía es su carácter hereditario y vitalicio además de la inmunidad inherente al cargo. Históricamente, el absolutismo llega a su punto máximo en España con Fernando VII. El debilitamiento del Rey le obliga a realizar pactos con grupos de poder dentro del país. Normalmente el Rey históricamente se alía con la burguesía o la nobleza. Sin embargo, el juego de la estrategia real podría ser mayor y de mayor alcance.

Es, desde luego cierto que los conflictos no deseados por una mayoría de la sociedad, suponen indirectamente un aumento o concentración de poder real. La existencia de movimientos terroristas o independentistas, un mayor número de comunistas a favor de la confiscación de tierras y empresas o la existencia de grupos anarquistas fuertes, son suficientes para que la población transfiera más poder al monarca que representa históricamente la estabilidad y la seguridad. Para Hobbes, por ejemplo, se produce una transferencia de poder al Estado para defender derechos naturales como la paz o la seguridad.

Con la merma del poder real, la monarquía absolutista se transforma históricamente en una monarquía paternalista. El poder del rey que en la Edad Media emana de Dios y sólo a Dios responde, se diluye con el tiempo y actualmente en España, forma parte de la norma o articulado constitucional, ratificado por el pueblo en las urnas. Sin embargo, la inmunidad y el carácter hereditario siguen siendo inherentes al cargo real lo cual origina una sociedad de clases sociales cerrada. El origen o nacimiento y no el trabajo, el éxito o el fracaso de las actividades, condiciona la existencia y define la clase social.

Sin embargo, la primera constitución española de 1812 apoyada por los liberales es rechazada por Fernando VII que instaura de nuevo el antiguo régimen con ayuda de Francia y los Cien Mil Hijos de San Luis. La corona para seguir reinando requiere de apoyo militar internacional. Esta debilidad supone el inicio de la pérdida de las colonias de ultramar, como Cuba y Filipinas en el s. XIX. El rey también busca apoyo dentro de la península. Con el auge de la burguesía y la desamortización se aumentan los arrendamientos de las tierras, produciéndose el descontento de la España rural. En este caso, el campesinado apoyó al rey que representaba más derechos reales o utilidades públicas sin mayor coste.

La debilidad de la corona supone la invasión de Napoleón de la península y en las primeras fases del capitalismo mercantil, la seguridad de las transacciones. En otros casos, el rey se alía con la nobleza empobrecida y contra la burguesía, aumentando los impuestos y transfiriéndolos a esta nobleza en decadencia económica pero no militar en forma de pensiones y cargos honoríficos.

Doy por finalizada esta entrada. 05/10/2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario