jueves, 21 de noviembre de 2019

(c) El problema de la deuda

La deuda, en términos generales asciende a una cifra superior al 100 por 100 del Pib, producto interior bruto, lo que representa una carga nada despreciable para el país. Ciertamente, la deuda, llamada burden o carga, en inglés, es un término que mide desequilibrios cíclicos significativos que afectan a todos los mercados pero sólo observable en el mercado de bienes. Los gastos gubernamentales superan a los ingresos. La búsqueda del equilibrio, la eliminación del desempleo o la salida del bucle inflación o deflación con el sistema monetario europeo, han producido una carga igual a la suma de salarios y beneficios de todo el país, de un año entero. Desde Europa se recomienda disminuir esta cifra y apuntalar el sistema de la seguridad social.

Habría que preguntarse cuánta deuda puede soportar el país o si una cifra así es ya por sí misma insoportable. Con tipos de interés bajos, la cantidad en términos de intereses no puede ser muy alta, y la venta pública de bonos ha sido suficiente para llevar al bono a rendimientos negativos al subir su precio. El riesgo nulo ha desaparecido. Es curioso que la deuda que carece de importancia dentro de la lógica económica, sea la causante de un modelo exportador que fomenta el no consumo. Las exportaciones se ha revelado como insuficientes ya que los gastos han seguido superando los ingresos de una forma estable, aunque sin la importancia del pasado. Habría que indagar si tenemos que profundizar en la estructura del gasto público o en el modelo macroeconómico utilizado. El modelo lógicamente representa el nivel de empleo, por lo que es la estructura del Estado lo que está en juego y esto significa que las piezas van encajando.

Desde la lógica formal, no se ha producido una integración de objetos sino un choque entre estructuras productivas, institucionales o empresariales. El vehículo de transmisión ha sido una moneda única, similar a tener un lenguaje o una religión única. El resultado ha sido un déficit estructural. Todo modelo u objeto tiene una relación con el sujeto, ya que si no fuera así, no podría ser evaluado, criticado o reformado. En el caso del mercado de bienes, es el ahorro o no consumo; en el mercado de trabajo, el salario y en el mercado monetario, la demanda de dinero. La cantidad que ahorramos, es técnicamente una cantidad monetaria pero dentro del objeto son siempre los stocks que la empresa no puede vender. Se puede aumentar los impuestos a empresas y familias, aunque actuará el principio de máximo beneficio, trasladando el impuesto al precio o disminuyendo salarios, ajustando la plantilla con más inmigrantes, en algunos casos. Para las familias, supondrá un menor nivel consumo y un nuevo ajuste en la cesta de la compra. El país se ve abocado, a buscar nuevos objetos de Estado,o a una reforma fiscal y ninguna de las dos soluciones contarán con mayoría absoluta, por lo que se ve. Ciertamente, la racionalización del gasto es condición necesaria aunque las oscilaciones cíclicas siguen produciendo una brecha persistente.

Ciertamente España no estaba preparada para la entrada en el sme y ahora, no está preparada para reducir el déficit. Las soluciones macroeconómicas son fáciles pero impopulares, la reducción de las pensiones, la reducción de los derechos a la seguridad social, reducción de derechos a la educación y el cierre de objetos periféricos, liberarían al país de la carga pero también eliminarían el estado de bienestar. Lamentablemente, a medio plazo, lo anterior se produce automática, imperceptiblemente. El queso y la calidad de la trampa tienen algo en común.

Doy por finalizada esta entrada. 21/11/2019

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