(c) El problema del animalismo
Es desde luego cierto que la defensa de los derechos de los animales contiene dosis de pacifismo ecológico. Algunas religiones que defienden el rechazo a las guerras o conflictos bélicos. Nos encontramos en una escala de pacifismo en la que es delictivo matar un caballo, un perro o un gato. Si ésto es delictivo y penado por las leyes, más aún lo será matar a otro ser humano. La domesticación de los animales por el hombre supone un progreso técnico por lo que estas personas podrían estar también en contra de los teléfonos móviles, los ordenadores o las antenas parabólicas. Y así es, ya que los testigos de Jehová, rechazan las transfusiones sanguíneas.
Existen otras religiones como el Islam en la que ciertos animales son sagrados como los cerdos y en la religión hinduista, las vacas. En la Biblia habría que retroceder hasta el Arca de Noé, para observar a alguien defendiendo la no extinción de las especies. Desde la lógica formal, el animal ha sido considerado tradicionalmente un objeto, pero existe una pugna para declararlo un ser vivo, de momento, no racional. Sin duda, hemos evolucionado rodeados de una fauna y una flora determinada. La naturaleza tiene que ser protegida de alguna manera pero no todo el mundo acepta la utilización de métodos o formas, alejadas de la sensatez o de cierto equilibrio psíquico. Bloquear el paso de un camión de cerdos, camino del matadero, es algo poco lógico.
Aplicar derechos humanos a los animales representa un exceso fuera de lugar. Los animales domésticos o caseros suelen adquirir aspectos y conductas propios de los amos, y ésto se produce por un cuidado excesivo o por algún tipo de relación histórica con los animales de granja en el pasado. La fuente de alimentación fundamental tenía que ser protegida y cuidada, y estos cuidados creaban una simbiosis, una dependencia orgánica del hombre con el animal y del animal con el hombre. El animalismo sería, en este sentido, un regreso al pasado, a un neolítico que se conserva con las tradiciones y la cría de ganado bravo. Evidentemente la conservación del toro bravo como símbolo de fuerza y bravura, se realiza dentro del mundo del objeto capitalista. En el imperio romano, por cierto, el espectáculo se nutría de toros blancos.
El animalismo es una identificación psicológica con algunos animales. Y esto es posibemente más clarificador en épocas de crisis severas. La rutina animal permanece intacta, mientras que la humana, muy modificada por los cambios técnicos o el conocimiento neuronal, puede ser borrada o destruída. Mientras algunos países reconocen que su pasado no está ligado a las ballenas, cazándolas sin problemas, otros las defienden en sedes internacionales. Los animales han sido escudos en el pasado y todavía lo son en la actualidad, caso de las llamas en Perú, el oso o el león.
Doy por finalizada esta entrada. 20/11/2019
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