lunes, 25 de noviembre de 2019

(c) El problema del móvil y el cambio social

El cambio fue en el pasado un reclamo político de peso. El individuo psicológicamente desea cambios, alejarse de una vida rutinaria pero también dentro de un entorno seguro y estable. Quieren cambios dentro del no cambio, lo cual es contradictorio en términos de estructura. El cambio social de seres inmersos en él transcurre desapercibido. El cambio social, dicen, pertenece a la filosofía de la historia. En España, toda revolución catalana representa algún cambio, parcial o global. Desde la lógica formal, el cambio social representa nuevos individuos, un nuevo espíritu y por tanto, nuevos objetos y nuevos pensamientos, es decir, nuevas teorías o hipótesis sobre el hombre y el mundo. Casi todos los intelectuales escriben sobre el fin de la era capitalista y de los sistemas políticos asociados.

Si analizamos los cambios que observamos, aparecen los móviles, un cambio social en forma de falso progreso técnico. La comunicación interpersonal pierde importancia. Ya no se habla sino que se escribe. Ciertamente, la escritura ha perdido su antigua transcendencia como forma de plasmar el pensamiento. El individuo queda más aislado y a la vez, con mayor capacidad de influir o comunicarse con más gente, lo cual es contradictorio en un mundo del sujeto pero lógico en un mundo de objetos despersonalizados. Antiguamente todo lo que se escribía tenía importancia y era así porque muy pocos sabían escribir. Actualmente, todo lo que se escribe carece de ella, ya que todos escriben y expresan con la escritura no sólo pensamientos vanales sino también sentimientos de la misma naturaleza. Los sentimientos pierden importancia y si esto es así, también los pensamientos. Ciertamente, una ideología socialista da importancia a quién es y una ideología conservadora, a qué hace. Lo contrario no es lógico y si lo es, estaríamos ante una imagen espejo.

En el interior de un móvil sólo encontramos códigos lógicos de mayor o menor calidad, por lo que un equilibrio psicológico hace necesario que el objeto no tenga errores o defectos ya que el objeto influye en el sujeto. De la misma forma, un objeto que nos espía, produce indirectamente un sujeto espiado, unos trastornos de la personalidad. Cualquier objeto de espionaje puede considerarse un objeto con vicio oculto y por tanto perjudicial. Los efectos pueden variar pero podrían ser similares a noches de insomnio, intranquilidad o ideas persecutorias ficticias o reales. La razón de lo anterior está, en que el móvil, objeto de un solo sujeto, puede ser hackeado y utilizado por diversas personas como si el objeto fuera suyo. El objeto se convierte en objeto cuasipúblico, es decir, deja de ser privado, lo que representa una no ética.

Ciertamente el móvil evoluciona a partir del ordenador personal donde el paquete de comunicaciones se erige en función principal. El ordenador y el móvil producen los mismos efectos, irracionalidad, adicción, pérdidas de visión o especialización óptica, originalidad, innovación, importancia de las rutinas programadas o del horario, transgresiones legales, aislamiento social, introversión...etc. No hay objeto sin principio del placer, por lo que el móvil estará siempre relacionado, tarde o temprano, con el juego, el sexo, la música, el arte, el deporte, el cine...etc.

Doy por finalizada esta entrada. 25/11/2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario