lunes, 4 de noviembre de 2019

(c) El problema estado nación

El concepto estado nación es lógicamente confuso ya que nadie sabe exactamente qué significa. El estado es, desde luego, la estructura, lo invariable, un objeto. La nación es la población, el lenguaje, el espíritu del país, lo variable, un sujeto. Curiosamente las naciones nacen en el s.XIX, es decir, son entes relativamente modernos. La lucha entre Estados, entre objetos, representó en el pasado un territorio variable de reinos. Buena parte de Cataluña perteneció a Francia en el pasado y algunas islas franceses, como Córcega fueron ocupadas por España. En el pasado existían tantos dialectos como zonas territoriales, la nación como sujeto, como sentimiento hacia un país, no existía. El rey fue objeto de la historia durante siglos. El estado feudal estaba compuesto por objetos llamados feudos y los siervos de la gleba, adscritos al objeto tierra, eran considerados fuerza de trabajo. La respuesta del objeto ante una mayor importancia del sujeto, es el imperialismo del s. XVI. De hecho la monarquía española, decae justo en el s. XIX, cuando el objeto imperial se pierde y el sujeto territorial se cohesiona a través de la unificación linguística.

La crisis política está necesariamente relacionada con el ente estado nación, la interacción entre objeto y sujeto. El estado actual y cualquier otro estado no puede desvincularse de una historia lógica de fusión de reinos, de objetos. Aunque también había ducados y condados. Barcelona es conocida como la ciudad condal. Fue, por cierto, bombardeada por Espartero. La nación en Italia, Alemania, Portugal...etc. hace desaparecer la antigua forma de Estado. Se podría decir que el Estado como estructura objetiva deja de tener validez. La caída de un Estado supone casi siempre un traspaso ingente de poder de unas manos a otras. Una difícil conversión del objeto en sujeto, del estado en nación, hacen inviable la forma de Estado. Y al revés, una conversión de una nueva nación en el viejo estado, produce la caída de éste. Objetos como la monarquía española, la dictadura o la república, simplemente desaparecen y reaparecen. La historia acentúa las bancarrotas de Estado y la riqueza de las naciones, dos hechos contradictorios.

El final de una forma de Estado supone casi siempre una o varias guerras como el caso de la revolución rusa, la guerra de la independencia norteamericana e hispanoamericana, la revolución francesa...etc. Un estado corrupto representa una nación corrupta o el inicio de una ruptura en el ciclo, es decir, una revolución. Una guerra es el resultado de un desequilibrio estructural y continuo entre sujeto y objeto, entre estado y nación. El viejo objeto se resiste a desaparecer y el nuevo no se adapta al sujeto ya que se crea al margen de la población por las clases dirigentes. El movimiento hacia el equilibrio se convierte en algo no viable, impracticable. El ciclo sujeto objeto deja de producirse o actuar, ya que existen varios objetos o estados y varios sujetos o naciones. Cualquier guerra es un conflicto entre estados, entre objetos y la paz o estabilidad un equilibrio, un nuevo ciclo lógico.

La primera causa de la guerra civil española fue la aparición de una nueva forma de Estado de resolver los conflictos. La esfera militar puede crear objetos llamados Estados, normalmente temporales. La diferencia entre el objeto monarquía del Reino Unido y el objeto monarquía española, es la capacidad para convertirse en burguesía, incluso en proletariado, participando activamente en la revolución industrial. La historia imperialista del objeto, relativamente cercana en el tiempo, posibilita su reaparición. Esto no es así, en el caso italiano, ya que el imperio romano desapareció hace más de mil quinientos años. La guerra es un instrumento del principio de unidad de Estado.

Doy por finalizada esta entrada. 04/11/2019

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