lunes, 11 de noviembre de 2019

(c) El problema de los pueblos abandonados

Una de las noticias más pintorescas es aquella relacionada con pueblos abandonados. En algunos lugares de España, todos los moradores han emigrado a la ciudad, olvidando por completo su lugar de origen o sus raíces. Se olvidaron o han querido olvidar quienes fueron ellos, sus padres o sus abuelos. Quizás simplemente su origen estaba en otro lugar. Ciertamente, estos pueblos, son, casi siempre, de difícil acceso, por lo que la inexistencia de carreteras que conducen hasta ellos, puede ser la primera y última causa de este abandono.

La biología de las personas está relacionada con la geografía y este vínculo persiste, en muchos casos. Existe una biogeología y también una biogeografía o una sociobiología. El olvido de las raíces o de los orígenes no siempre es posible y adaptarse a la ciudad o ser considerado cosmopolita en unos pocos años, casi imposible. Y esto es así, porque las estructuras económicas de las zonas rurales difieren de aquellas encontradas en zonas urbanas. Durante generaciones, las ciudades se han regido por un liberalismo económico, causa de su existencia, mientras que en los pueblos sobrevive todavía un conservadurismo y unas relaciones familiares que cohesionan las sociedades agrícolas.

De la misma forma, no siempre es posible repoblar una zona con personas de cualquier lugar y las políticas municipales para repoblar algunos lugares, no dejan de ser proyectos con buenas intenciones. La historia nos dice que algunos lugares fueron después de algunos conflictos repoblados, pero es difícil de aceptar que la población autóctona desapareciera completamente. Desde la lógica, una zona rural es un objeto que moldea al sujeto y esto ha sido así durante miles o cientos de miles de años. El sujeto repoblador necesita de un nuevo objeto, y este objeto puede que sea inalcanzable con un tipo de beneficio de competencia perfecta, es decir, nulo. La ayuda gubernamental se hace necesaria y el déficit corriente y estructural desestiman cualquier proyecto de repoblación. Sin subvenciones europeas, el campo tal y como lo conocemos no existiría. De hecho, la despoblación habría sido mayor.

Ciertamente, vivir en un pueblo repoblado requiere de personas autosuficientes, personas que disfrutan de la soledad y que viven en armonía con la naturaleza. La sostenibilidad de la familia en el campo exige de escuelas agrícolas que hagan posible un mayor conocimiento de los problemas, un nuevo modelo educativo, una mejora de la capacidad de gestión familiar y municipal, una nueva sociología en términos de agrupaciones agrícolas y relaciones sociales, una arquitectura integradora tipo Wood...etc. El campo como el país, requiere de nuevos objetos institucionales y privados, y abandonar otros ya sin ninguna utilidad.

Doy por finalizada esta entrada. 11/11/2019

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