miércoles, 8 de marzo de 2017

(c) El problema de la contaminación urbana II
Esencialmente, escribía en una entrada anterior, la contaminación de una ciudad puede explicarse por medio de la física, sustento de la meteorología. No siempre es fácil saber por qué las temperaturas dentro de una ciudad varían. Si colocamos termómetros en el alto de los edificios, medirán temperaturas diferentes a aquellos situados en zonas asfaltadas a pie de calle. Tampoco las corrientes de convección son iguales a primera hora de la mañana, al mediodía, al atardecer o al anochecer.

La ciudad y cada barrio o zona de la misma tiene sus peculiaridades climáticas. Algunas calles por ejemplo son más frías que otras a pesar de su cercanía y esta disminución de temperatura que podría ser solamente ficticia, se achaca a la orientación norte o la presencia de montañas cercanas. Los materiales de las construcciones también influyen en el calentamiento o enfriamiento de los edificios de una ciudad. Una zona de hormigón acumulará calor durante el día por encima de otra construida con otros materiales. También cederá calor al exterior más lentamente cuando llegue la noche.

En algunos casos, los materiales convierten una construcción en un horno especialmente en verano. El problema de la contaminación no sólo está en los materiales o los gases emitidos por las calefacciones sino también en lo que sucede con el calor natural o artificial que conservan los edificios. La existencia de una nube tóxica o contaminante que no puede disiparse por encima de una ciudad, supone una escala de temperaturas y espacios con volumen, que definen presiones idénticas, por encima y por debajo de la nube.

Evidentemente siempre es cierto que el aire caliente asciende y el aire frío desciende. Para que llueva tiene que existir una circulación de masas de aire y este aire tiene que llevar cierta velocidad. También es cierto que una nube tóxica tiene cierta densidad. Cuanto más densa es la nube, más probabilidad de lluvia siempre y cuando la meteorología sea favorable. Cuando la nube se hace menos densa, la presión dentro de la misma y alrededor aumenta. Un aumento de presiones hace disminuir la probabilidad de lluvia.

Doy por finalizada esta entrada. 22/12/2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario